En Junio de 1941 los ejércitos alemanes invadieron territorios rusos con el fin de destruir al régimen de los soviets al igual que tener todo el control de materias primas, principalmente el petróleo y el trigo.
La ofensiva alemana en la que participaron alrededor de 4 millones de hombres, 3300 carros de guerra y 5000 aviones, fue orientada hacia tres objetivo: Leningrado, Moscú y Ucrania. Participaron ejércitos alemanes, finlandeses, húngaros y rumanos.
Al principio de los ataques los ejercitos sovieticos se vieron impotentes y en pocos meses habían quedado en el poder de los alemanes las ciudades de Misk, Smolens, Kiev, Jartov y Kursk. Más de dos millones de prisioneros rusos se encontraban en manos alemanas, los invasores llegaron a las puertas de Leningrado y Moscú y controlaban los territorios de Bielorrusia, los países bálticos, parte considerable de Ucrania y la península de Crimea.
Sin embargo, en noviembre la ofensiva contra Moscú fracasó debido a los contraataques soviéticos y los alemanes tuvieron que retroceder 200 km.
Hubo un cambio de correlación de fuerza debido a que llegó el invierno y los alemanes no mandaron a sus ejércitos preparados, con una agravante más: los soviéticos, al adoptar la política de “tierra quemada” prácticamente abandonaron sus ciudades y dejaban a los alemanes avituallamientos.
En verano de 1942 los alemanes lanzaron otra ofensiva en los territorios petroleros, para cortar los abastecimientos aliados que llegaban por el Golfo Pérsico. Se lanzó una ofensiva hacia el Volga y el Cáucaso, a fines de agosto se llegaba al mayor dominio alemán.
En la URSS tuvo lugar la batalla de Stalingrado, donde en noviembre se inició la contraofensiva rusa, los soviéticos lograron derrotar a los alemanes el 2 de febrero de 1943. En el mismo año los soviéticos iniciaron una ofensiva que paró hasta llegar a Berlín, a mediados del 1943 se habían reconquistado dos terceras partes de los territorios soviéticos bajo dominio alemán, llevando la guerra a Finlandia, Polonia y los Balcanes.
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